Lo que sus padres y padrinos hicieron en su nombre, hoy ya es una elección personal, y ellos se convierten en auténticos protagonistas. Además de renunciar al pecado y confesar la fe, recibieron los signos del agua y la luz.
Agradecemos la estimable labor de sus catequistas y la presencia de las familias, que apoyan incansablemente a sus hijos en estos momentos tan importantes.
¡Felicidades a todos!
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