Nos encantaría poder decir que somos hermanos. Que somos capaces de dar un paso más. Que hemos experimentado el amor que Dios nos regala como don y que queremos comprometernos en que los demás se sientan hermanos nuestros, hijos de un mismo Padre. Todo lo que tengo y soy es un don, un regalo. Y a la vez, una tarea que me compromete conmigo mismo y con los demás. Si todos somos capaces de ser don y de comprometernos, entonces la FRATERNIDAD será una realidad en nuestro mundo. Porque Dios me ha amado, yo puedo amar como Él y crear LAZOS de fraternidad con las personas que me rodean.
En el colegio nos hemos propuesto crecer juntos en fraternidad: en clase, entre los profesores, con el personal del colegio, con los padres. Toda la comunidad educativa creando lazos, implicándonos en la vida de los demás desde el amor, entregándonos, compartiendo lo que somos, alegrándonos con los demás, sufriendo con las penas ajenas. ¿Difícil? Nadie ha dicho que el camino del amor verdadero sea fácil. Pero para eso estamos. Merece la pena intentarlo entre todos.
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