Pocas cosas tienen tanta fuerza como el grito unido de una humanidad entera que clama por lo más preciado: la paz, la convivencia, la dignidad, la defensa de lo más sagrado, que es la vida que Dios nos regala y a todos nos toca cuidar. Y no importa la religión, la ideas, la nacionalidad. Es un grito humano, porque la paz es, simplemente, una necesidad común, un bien para todos. Necesitamos la confianza de poder vivir sin el miedo a que otro llegue y simplemente mate a los hijos, nos obligue a huir de casa, dispare a nuestras ventanas o secuestre y torture a un familiar. La paz no es una exigencia caprichosa; es una petición que debe nacer de cada corazón humano.
Por eso, si estás de acuerdo con este deseo y esta necesidad, para un poco el día 7 de septiembre. Seguro que no te cuesta tanto. Y une tu voz, o tu silencio, o tu ayuno o tu tiempo a los millones de personas que seguiremos esta iniciativa del Papa Francisco. Haz fuerza con tu oración porque, tal y como nos enseñó Jesús, "aquello que pidáis en mi nombre, mi Padre del cielo os lo concederá".
DA LA PAZ AL MUNDO QUE TÚ PUEDES DAR
PAZ QUE ROMPE MUROS, PAZ DE LIBERTAD
PAZ QUE ES DE JUSTICIA, PAZ QUE ES NUESTRA LUZ
DA LA PAZ AL MUNDO, DA LA PAZ JESÚS
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